El 8 de marzo de 2023 se tiñó de morado y verde. Mujeres de todo el mundo se reunieron para marchar por una sociedad igualitaria y libre de violencia. En México se registraron movilizaciones en sus diversas ciudades. Stay Curious estuvo presente por segunda ocasión en la marcha de la Ciudad de México.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Gobierno y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), éramos 90,000 mujeres aproximadamente -pero nosotras sabemos que éramos miles más-.

Al unísono y con el corazón en la mano, gritamos por las que no están, por las que a diario son víctimas de violencia, por las que no reciben un trato justo, por quienes padecen la discriminación y la inequidad, viendo su libertad coartada por el simple hecho de ser mujeres.

A la Marcha del 2023 acudieron mujeres de todas las edades, algunas iban acompañadas de amigas, mamás, hermanas e hijas pequeñas. Resaltaban las agrupaciones de universidades, bachilleratos, organizaciones civiles y colectivos de buscadoras, entre muchas otras.

Cerca de 121 mujeres de diversas edades, profesiones y oficios (muchas sin conocerse entre ellas) decidieron marchar juntas bajo el estandarte del Club Stay Curious. El punto de reunión fue un café en avenida Reforma. Pasadas las 11:30 a.m., poco a poco, fueron llegando las asistentes. La primera hora fue de reconocimiento entre nosotras, organización y aclimatación.

Salida del contingente Stay Curious en Marcha 8M2023. Foto de Tax Satélite.

El staff -conformado por Tania, Montse, Ximena, Alma, Raquel, Laura, Marshiari, Andrea y Elizabeth- preparó con gran cuidado la logística. Todas las asistentes recibimos lineamientos, indicaciones y recomendaciones que nos dieron seguridad durante la marcha. Fue mi primera vez marchando con Stay Curious y no pude evitar sentirme cobijada, pero también orgullosa de pertenecer a este grupo. Sí, el sentimiento de pertenencia es necesario para el bienestar individual, y si lo queremos ver filogenéticamente, también es necesario para la sobrevivencia.

Tras un par de horas, nos ubicamos junto al resto de los contingentes y comenzamos a gritar nuestras consignas. Los primeros minutos fueron de práctica, pero con cada repetición nuestras voces se convertían en una sola. Cantar en masa tiene un efecto psicológico que genera comunidad y empoderamiento, y es quizás por eso que cada vez somos más las que decidimos participar en el movimiento. Los cánticos eran acompañados por diversos mensajes en pancartas, letreros y banderas como:

“Que el dolor ajeno no nos sea indiferente”.
“Queremos salir en paz, queremos vivir sin miedo”.
“Abuelita vine a gritar lo que a ti te hicieron callar”.
Los matrimonios no duraban más antes, las mujeres callábamos más”.

Durante el trayecto el calor alcanzó los 28° centígrados y avanzamos poco a poco con rumbo al zócalo de la Ciudad de México. En el camino nos encontramos con múltiples contingentes. Me sorprendió la pluralidad, pero al mismo tiempo la afinidad. Las Feministas antiespecistas clamaban por el alto a la explotación de todas las mujeres y hembras. Al grito de “hermana, hazte vegana” nos invitaban a sumarnos a su lucha. Las estudiantes de medicina y odontología llamaban a reconocer que son doctoras, no señoritas. Educadoras gritaban “marchar, también es educar”. Ante esto, es bien sabido que a muchas mujeres se les desincentiva, entorpece y hasta se les obliga mediante diferentes mecanismos a no asistir a la marcha.

Además de estos contingentes también estuvieron las que ahora sé que se llaman "Bloque Negro": mujeres con capucha negra y que, con palos, bates y pinturas, van dejando demandas, dibujos y sí, también destrozos en algunos monumentos, paredes y calles. Algunos medios de comunicación han publicitado mayoritariamente a este grupo con fotos y videos, lo que ha dado una imagen de que el movimiento es peligroso y que solo busca destruir. Nada más alejado de la realidad. En la marcha había mujeres adultas mayores, jóvenes y niñas, y fuera del caos que producen las multitudes, en ningún momento vi alguna que estuviera en riesgo ni yo me sentí insegura o con miedo.

Durante todo el camino había mujeres policías formando una especie de valla. Algunas tenían unas flores en su uniforme -no vi quién se las dio- que formaban una imagen de gran contraste. Fue muy impactante ver cómo otras mujeres se hacían presentes, como las vendedoras de aguas que mientras trabajaban aprovechaban para mostrar pancartas alusivas al movimiento “quiero que mi hija llegue viva a casa” y las enfermeras de una clínica que ondeaban pañuelos morados desde uno de los edificios por donde marchamos. Estas imágenes me recordaron que marchar también es un privilegio para algunas de nosotras.

Avanzada la tarde, en el recorrido rumbo al zócalo nos detuvimos para realizar un ejercicio donde pintamos nuestras manos de morado y dejamos una huella por aquellas mujeres que ya no podían hacerlo. Varias integrantes utilizaron el megáfono para nombrar alguna mujer asesinada o enunciar el motivo por el cual dejaban su huella. “Libertad” dijo una, “por todas” mencionó otra. Yo pinté mi mano y mientras dejaba mi huella, en mi pensamiento recordé a Karla, una compañera de la licenciatura que fue asesinada a balazos mientras salía del gimnasio por su novio, exnovio o alguien que intentaba serlo. Nunca se supo con certeza.

Al cabo de las 7 p.m. arribamos al zócalo. Nos reunimos miles y pese a que llevábamos horas clamando y marchando, hicimos nuestro el espacio. El punto de reunión sirvió para agruparnos, mostrar unidad y fuerza. Sentí el despertar de las multitudes, la esperanza de que puede haber un mejor mañana, pero también sentí el compromiso y coraje para seguir luchando por lo que merecemos.

La Marcha del 8M es el símbolo de una lucha que es diaria, que es de todas y de todos. Por las que estamos, por las que estuvieron y por las que van a estar.

Y me quedo con la frase que se leía en nuestras playeras “El matriarcado está en camino”. Nos vemos en el 2024.

Redacción

Karla Lucia Puerta Lara
Psicóloga y evaluadora especializada en el diseño e implementación de programas para el desarrollo de individuos e instituciones. Firme creyente de la capacidad transformadora de la educación.

Edición y corrección

Marshiari Medina
Es directora de la revista digital Teresa Magazine, escritora y traductora. Aficionada del chocolate, vive en una geometría cósmica hecha de mundos gobernados por lógicas pop no-euclidianas.

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