Cuando recibí la invitación para participar en el panel "Acelerando cambios 2025" a través de Belén Saucedo, cofundadora de Stay Curious Club y amiga mía, no entendía por qué. Soy Gisela Salazar Pantoja, una ingeniera mecatrónica a la que le gustan los números, programar… y que no sabe sumar. ¿Qué puedo aportar yo a esto?, pensé. No soy especialista en enfoque de género ni en feminismo; no me considero una intelectual ni ilustrada. No tengo formación en el área, ni datos o estadísticas rimbombantes. Acepté con muchas dudas en mí y confiando en mi amiga. Compartí la invitación del panel en mis redes con un poco de vergüenza, incomodándome y minimizando esta participación cada vez que alguien cercano se interesaba o preguntaba.

Al conocer el programa y la información del panel, me sorprendió la manera tan organizada, seria, profesional y estructurada con la que las chicas de Stay Curious llevan sus eventos. Leí las preguntas que se harían y mi mente se puso en blanco. Suelo sobrepensar las cosas, así que decidí darme la oportunidad de simplemente fluir.

Llegué nerviosa, tras una semana de encierro por influenza. Tania Ramos me recibió con una sonrisa, mientras, con ayuda de su mamá, colocaban la manta y los carteles del 8M 2024. Casi al mismo tiempo llegó Mónica, y junto con Tania me compartieron su trabajo y su experiencia. Me sentí rodeada de mujeres gigantes.

Hacía calor, pero en el jardín de "El Desastre" el viento complicaba la logística: la manta y los carteles volaban por todos lados. Escuché a alguien decir: "Si tuviéramos un martillo y unos clavos…", y reí para mis adentros porque mi cajuela era prácticamente una ferretería ambulante. Corrí a buscar todo lo que pudiera ayudar y, así, nos enfrentamos al viento. Desde ese momento, ya había aportado algo a este evento.

Con todo en su lugar, Tania y Belén nos dieron la bienvenida y un resumen de la dinámica del 8M, con datos, estadísticas y conclusiones. La realidad, fuera de ese jardín, se tornó muy seria, violenta, cruel… misógina. Empaticé profundamente con cada mujer que plasmó su inquietud en la manta: todas queremos ser humanas, libres y sin miedo.

Dimos paso al panel. Noté que Karen había llegado increíblemente preparada, con sus notas en la mano y con su impecable trayectoria trabajando con mujeres. Me lamenté no haber trabajado más en mis respuestas y, una vez más, me sentí una impostora. Pensé que alguien con más experiencia y enfoque debería estar ahí, no yo.

La lectura de las biografías de las panelistas, incluyendo la mía, fue poderosa, emotiva, y desde ahí todo se volvió intensamente real. Escuché, analicé las preguntas, las respuestas y los comentarios, mientras trataba de leer los gestos de las mujeres que nos acompañaban. Sentí un gran respeto por el trabajo y la dedicación de las panelistas, por el conocimiento que compartieron sobre finanzas personales, planeación y la importancia de la independencia financiera.

Cuando llegó la pregunta sobre la responsabilidad de las instituciones en la creación de un ecosistema que apoye a las mujeres en situación de vulnerabilidad, me golpeó en lo personal. Las instituciones privadas y educativas me han fallado (como a la mayoría de las mujeres) por la falta de protocolos claros y empáticos con enfoque de género para atender denuncias contra violentadores. Nos han hecho más daño y nos han revictimizado cuando hablamos. Yo también me disculpo: desde este sistema machista, también he cometido errores.

Al cerrar el panel, hablamos de hacer magia para resolver los problemas que hemos vivido como mujeres. Pensé en mi caja de herramientas en la cajuela y lo difícil que me ha sido formarla, recibiendo preguntas burlonas tipo “¿necesitas ayuda?” cada vez que me paro en el pasillo a elegir un tornillo. Resumí todo lo que pasaba por mi mente en una frase: "Un piso parejo desde la formación."
¿Por qué? Porque no necesitamos justificar porque una niña quiere jugar juegos de herramientas.

Abrimos el panel a la participación de todas las presentes, y para mi sorpresa, una de ellas se refirió a nosotras —incluyéndome— como expertas. Más de una compartió su historia, sus luchas y sus preocupaciones. Una pregunta fue dirigida a mí específicamente. Me descubrí respondiendo con una frase que no siempre aplico en mí misma: "Conocerte y reconocerte." Reconocerme, es el que más me hace falta: reconocer que sé, que he vivido, que he sido violentada e invisibilizada; reconocer que mi experiencia es vasta, generosa y admirable; que tengo habilidades, entre ellas un “superpoder” para solucionar y transformar; que lucho día a día por crear espacios más seguros para todes, y que soy una persona exitosa.

Resulta que sí tengo datos y palabras rimbombantes. Gracias a las mujeres que me escucharon, que empatizaron, se abrieron, compartieron y se rieron de mis chistes malos, que me hicieron sentir admirable y que me permitieron también vulnerarme en un sitio totalmente seguro.

Un saludo a mi nueva amiga del fin del mundo y compañera de panel. Mi total admiración a ambas panelistas Ana Karen Espinoza y Monica Ducoing. Fue un privilegio enorme para mí compartir mis vivencias con ustedes. Esta experiencia me recargó de energía y motivación para seguir en esta lucha desde mi trinchera: en mi trabajo godín, siendo disruptiva, siendo incluso incómoda, para generar cambios; compartiendo experiencias y conocimiento, desarrollando, aprendiendo e impulsando talento femenino.

Gracias a Stay Curious por el trabajo, la pasión y el tiempo que dedican a hacer un cambio, llevando temas tan serios a actividades tan amenas. Especialmente, gracias Bel, por compartirme tu visión del mundo y de mí durante estos veinte años.

Texto

Gisela Salazar.
Soy isleña, sensible de nacimiento, ingeniera mecatrónica, overthinker y muy virgo. Mi rebeldía es hereditaria. Uso la creatividad para resolver, disfruto programar y analizar, me apasiona la comida.

Edición

Marshiari Medina
Editora de Stay Curious Club, escritora y collagista. Actualmente estudia la licenciatura en Humanidades y Narrativas digitales en la UNRC. Es madre a tiempo completo, y directora de la radio independiente Radio Tropósfera y la revista Fragmentos del Sur. Aficionada al chocolate, vive en una geometría cósmica hecha de mundos gobernados por lógicas pop no-euclidianas.

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